Por: Maria Angélica Navia
Alguna vez escuché que la vida es brutalmente hermosa. No entendía lo que significaba en su momento, pero habiendo recorrido el camino que he vivido, veo que no podría existir afirmación más certera. El problema es que no nos enseñan que la vida viene con dolor, fracasos y errores, por el contrario, nos enseñan a esconder y evitar el malestar a toda costa. Nos enseñan a temerle a lo que es inevitable que suceda.
Quiero empezar clarificando que la psicología es mi profesión y vocación, pero no es lo que soy. Soy un ser humano. Un ser humano que siente como cualquier otra persona. Y hay situaciones abrumadoras en las que pierdo mi norte. En ocasiones, los pacientes me preguntan si he sentido o pensado aquello que ellos sienten o piensan y no duden que la respuesta es sí. Desde joven tuve problemas con mi salud mental. Desde joven pensé que tenía que complacer a todos, así eso significara sacrificar mi chispa. Quería ser perfecta, lo que conllevó a problemas alimenticios, ataques de ansiedad y crisis depresivas. Me sentía perdida, no me encontraba y dejé que la chispa se apagara.
Para encontrar mi chispa, primero tuve que reconocer que la había perdido. No puedo cambiar algo de lo que no soy consciente. Una vez acepté que me sentía perdida comenzó el camino para encontrarme. La frase “PRIMERO YO” fue fundamental en el proceso y, a la vez, el consejo más difícil de seguir. Ponerme como prioridad iba en contra de todo lo que pensaba que me definía, iba en contra de complacer a todos, de poner primero el bienestar de otros sobre el mío. Yo pensaba que si entregaba mi poder tendría más valor y que iba a merecer más amor, que iba a ser suficiente. A lo largo del camino me di cuenta que el poder de decidir y el poder de escoger es la base de la verdadera libertad. Así que empecé a tomar decisiones por mí, por mi bienestar, por mi salud mental.
Ponerme como prioridad implica tomar decisiones con las que no todos van a estar de acuerdo y lidiar con eso no es fácil. Pero ser mi auténtica YO vale la pena. No a todos les va a gustar y de eso se trata. Decepcionemos a todas las personas que tengamos que decepcionar con tal de no decepcionarnos a nosotros mismos. Si tomar decisiones en las que me pongo primero me lleva a fallar, volvería a intentar las veces que fuera necesario, porque si algo tengo claro es que equivocarme o acertar forma parte de mi aprendizaje. Estar abierta a cometer errores, estar abierta al amor sabiendo el riesgo de perderlo, eso es ser vulnerable. Y ser vulnerable es clave para encontrar y disfrutar la chispa.
Entonces, ¿cómo encontré mi chispa? Acepté que necesitaba ayuda y decidí ir a terapia. Decido todos los días con quién me quiero rodear. Decido ser honesta, así implique tener conversaciones incómodas, y he tenido bastantes. Decido expresar lo que siento y pedir lo que necesito, porque si no lo comunico las personas no van a saber qué espero de ellas. Decido estar abierta al amor y al dolor porque sentir amor es de las emociones más lindas que pueden existir. Decido recibir amor, cosa que tanto me cuesta, porque eso se convierte en gasolina para mi chispa.
La respuesta está en saber que tengo mucho más poder del que creo, que la vulnerabilidad y la libertad de escoger son la base para prender esa chispa que tanto buscamos. Esa chispa que solo está dentro de cada uno de nosotros y que de nosotros depende prender.
¿Estás list@ para mantener encendida tu chispa o para prenderla en caso de que se encuentre apagada?
Sígueme en mis redes sociales:
Instagram: @equilibrandomente
Comments